Monasterio de Santa María de Fuencaliente del Burgo
Monasterio femenino fundado por Urraca de Avellaneda, hija de los Duques de Miranda y Condes de Peñaranda. Cuando enviuda de su marido Martín López señor de Vizcaya, manda edificar el monasterio haciendo uso de las rentas y donaciones obtenidas tras el fallecimiento de su esposo, profesando en el y gobernándolo como abadesa desde la fundación 1175 hasta su muerte en 1211.
La abadía contaba con posesiones en Fuentearmegil, Fuencaliente, Rivalva, Santervás y Zayuelas. El lugar de Fuencaliente es recogido y apartado, con abundante agua y situado en un rico valle regado por el río Perales.
La iglesia monacal era de estilo románico, con una capilla lateral a la altura del ábside, dedicada a Santa Cecilia, que tenía una pila bautismal, por lo que el cura de Fuentearmegil a cuya jurisdicción parroquial pertenece Fuencaliente, reclamara ante la audiencia episcopal de Osma la parte proporcional de los diezmos del lugar
En 1211 el monasterio recibe numerosas donaciones de los hijos de Urraca y de otros nobles de la zona
En la iglesia del monasterio recibieron sepultura D. Lope Martínez, hijo de Urraca, Elvira González de Aza mujer de D. Lope, su hija Dª Leonor González de Girón, D. Gonzalo Gómez de Roa su esposo, el nieto de Urraca D. Diego López de Avellaneda y su esposa Toda, su hijo López Díaz de Avellaneda y su esposa Aldonza Díez de Fuentearmegil
En 1189 el monasterio pasa a depender de la Huelgas de Burgos, cumpliendo el deseo de Alfonso VIII.
En 1394 el monasterio y su abadesa Dª Aldonza, se anexiona el priorato de Santa Tosia, con todas sus rentas y tres o cuatro monjas que en el residían. Sin embargo esto no produce una mejoría en la situación de escasez del monasterio.
En 1437 la abadesa Dª María González de Avellaneda se vio obligada a vender una finca en la localidad de Asturianos, a D. Pedro Cartagena en 35.000 maravedies, para mejorar la situación de necesidad en que se encontraba el monasterio
En 1366 la abadesa Dª Isabel Sánchez de Leiva hereda de su padre el señorío de Quemada, que vende por 80.000 maravedies al concejo de Aranda
Durante el siglo XVI la situación del monasterio empeora comenzando a tener pleitos con los vecinos de Fuentearmegil, que se resuelven a favor del pueblo, lo que hace que la situación económica del monasterio sea de penuria, lo que llega hasta el Papa León X que en 1517, prohíbe a la abadesa de las Huelgas que admitan mas monjas en los monasterios que dependían de ella, en concreto para el de Fuencaliente se fijó en doce monjas profesas y dos conversas, esta limitación se mantendrá hasta 1615.
En 1550 ocurre el hecho mas grave en la historia del monasterio, un incendio reduce a ruinas el monasterio, ante este desastre, la abadesa Dª María Sarmiento se dirige el obispo de Osma Pedro de Acosta, pidiendo amparo y recibiendo de el 3.000 ducados para la reconstrucción, ademas de una renta anual de 200 ducados mientras el viviera, a cambio las monjas dirán dos misas cada año por su eterno descanso y poner su escudo en la fachada del monasterio.
En la reconstrucción también participan los patronos y descendientes de los Avellanedas que donaron una nueva imagen de la Virgen del Valle quemada en el incendio.
En el concilio de Trento se decide que los monasterios de monjas no pueden estar en lugares apartados o despoblados y en junio de 1583 el obispo de Osma recién nombrado D. Sebatian Pérez, decide el traslado haciéndoselo saber a la abadesa de las Huelgas. En el capítulo convocado el 6 de febrero de 1584 en las huelgas la abadesa Dª Leonor de Castilla, se decide el traslado definitiva a la villa de Aranda de Duero que por aquel entonces pertenecía ala diócesis de Osma.
Finalmente en 1585, las pocas monjas que quedaban se trasladan a Aranda de Duero donde ocupan provisionalmente unas casas de sus protectores, especialmente D. Bernardino González de Avellaneda, mientras se construye el nuevo monasterio que se inicia en 1596.
El 26 de abril de 1666 se inaugura el nuevo monasterio siendo abadesa Dª maría Luisa de Espinosa y Pedrosa, contando la comunidad con veintinueve monjas.
La vida transcurre pacíficamente en el monasterio hasta el siglo XIX con la inversión francés que obliga a la comunidad a abandonar el monasterio el 13 de noviembre de 1808, siendo utilizado el monasterio por las tropas francesas que entran en la villa al día siguiente, quedando transformado en fábrica de pan.
Al abandonar las tropas francesas parece que el monasterio no debió ser muy dañado, se nombrar por parte de la abadesa de las Huelgas a Dª Gertrudis García de Navas, para que reparase y reconstruyese el monasterio y reunir a las religiosas desperdigadas, comenzándose la rehabilitación. Se consagra nuevamente la iglesia en abril de 1814.
Con dificultades económicas tras haber tenido que vender fincas y bienes para hacer frente a la reconstrucción, se mantiene la vida monacal con una reducida comunidad de cinco religiosas, hasta la desamortización que hace que en 1836 se incautan sus posesiones y propiedades, pudiendo vender algunas antes de la incautación, lo que les permite sobrevivir, hasta que en 1851 el gobierno permite la enseñanza por los religiosos, lo que es aprovechado para crear un colegio de niñas en el convento, autorizado por la abadesa de las Huelgas.
La guerra civil y la posguerra contribuyen al deterioro de las instalaciones planteándose un nuevo traslado a las afueras de la ciudad, vendiendos e el edificio, abandonando el monasterio el 6 de octubre de 1947 y alojándose en unas viviendas provisionales, que al sufrir un incendio hacen inhabitables, lo que obliga al traslado de la comunidad al convento de Santa Julia y San Quirico en Valladolid donde permanecerán tres años.
El 4 de enero de 1951 regresan a Aranda a pesar de no estar terminada la construcción del nuevo edificio, que finalmente inaugura su iglesia el 9 de mayo de 1965
Con dificultades económicas el monasterio resiste hasta 2001 cuando definitivamente abandonan la ciudad para integrarse en el monasterio cisterciense de Santo Domingo de la Calzada (Bibliografía) |