Situación
Monte Laturce
Clavijo
La Rioja
Filiación
Morimond / Laturce
Horario de Visitas
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Propietario
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Estado de Conservación
Ruinas
Obras
Comunidad religiosa
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Culto
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Monasterio de San Prudencio de Monte Laturce
Situado en una hondonada del monte Laturce entre las localidades de Clavijo y Leza del Río Leza se encuentran las ruinas de este monasterio.
Para datar la fundación del monasterio nos tenemos que remontar al siglo X, siendo un hecho comprobado que existía con anterioridad al año 950, gracias a un documento por el que sabemos que el abad Adica y sus monjes se entregan a Dulquito, abad de San Martín de Almelda, con todas sus pertenencias.
El patronimio de San Prudencio, se refiere a San Prudencio de Armentia, obispo de Tarazona en el siglo VI, que muere en Osma, y ante el dilema de donde enterrar al difunto se opta por montarlo en su caballo y será el animal el que decida su enterramiento en el sitio donde se detenga. El caballo llegó hasta el monte Laturce, lugar donde los clérigos que acompañaban al fallecido levantaron la iglesia, que inicialmente se llamó de San Vicente, no recibiendo el nombre de San Prudencio hasta los años 1011 - 1021. El monasterio es ocupado por el mencionado Adica y un grupo de monjes de la zona de Leza.
En el período que va de 950 a 1058, el monasterio pasa a depender del de San Martín de Albelda. Esta zona del río Leza queda en territorio fronterizo con el reino musulmán, lo que hizo que en determinados momentos la congregación de San Prudencio se refugiara en el de Albelda, sin que esto signifique el abandono prolongado de su propio monasterio, que se mantendrá con el apoyo de San Martín. Diversos abades suceden a Adica, como Bibas, ambos enterrados en Laturce, Rapinato elegido en 985, Galindo lo es a principios del siglo XI y durante un largo período Tello de Jalón, nombrado en un privilegio de Sancho III el Mayor que concede al monasterio las décimas del Valle de Arnedo y veinte años después recibe otra de Dª Mencía hija natural de García el de Nájera A su muerte es elegido Martín con el que San Prudencio se independiza de Albelda. Se desconoce la practica religiosa que seguían los monjes durante este período del siglo X.
Desde mediados del siglo XI, la independencia de Albelda se realiza bajo el patronato de los señores de Cameros, hasta el año 1181 cuando se incluye en la obediencia cisterciense. Fortun Ochoa señor de Viguera, fue nombrado por García el de Nájera como gobernador del Valle de Arnedo, los Cameros y la comarca de Cantabria, estaba casado con Dª Mencia hija de García, siendo enterrados ambos en San Prudencio. Mencia dona en 1057 a San Prudencio los palacios que poseía en la villa de Leza y las heredades de Río Leza. Su sucesor Jimeno Fortúnez otorga al monasterio el convertirse en panteón familiar, siendo bajo su gobierno, cuando el dominio monasterial se extiende a través de tres áreas, los valles de los ríos Leza, Jubera y Cidacos.
A la muerte de Sancho Garcés el reino se divide entre Sancho Ramírez de Aragón y Alfonso VI de Castilla, siendo este último el que ocupará la Rioja, lo que supondrá un parón en el apoyo recibido por San Prudencio. A Jimeno le sucede su hijo Íñigo Jiménez, que mantiene su protección al monasterio. En 1102 Pedro, obispo de Nájera, a petición de Íñigo dona al monasterio las iglesias de Santa Eulalia de Miromnes y de San Saturnino de Salas. Íñigo y su mujer en 1109 hacen testamento en el que se lega la mayor parte de sus bienes al monasterio.
Durante el reinado de Alfonso I de Aragón, la mayor parte de la Rioja cae del lado aragonés, pero a la muerte de Alfonso, sera de nuevo Alfonso VII de Castilla el que ocupará de nuevo la Rioja. En 1144 Jimeno Íñiguez, hijo mayor de Íñigo Jiménez y María González, recibe del rey la villa de Robres y el monte llamado La Santa así como sus posesiones en Nalda. En 1145 San Prudencio recibe de Alfonso VII la villa de Lagunilla y dos años mas tarde la iglesia de San Vicente de Yangüela, una heredad en Varea y un canal cercano al puente de Logroño.
El 20 de agosto de 1181, Diego Jiménez y su mujer Dª Guiomar donan a la orden del Cister y al monasterio de Santa María de Rute, con su abad Lamberto a la cabeza, el de San Prudencio, con la condición de que la congregación de Rute pase a ocupar la abadía de Monte Laturce. Parece que la unión de ambas comunidades se produjo sin dificultades siendo Lamberto el nuevo abad que presidía la comunidad que encabezaba anteriormente el abad Íñigo, aceptando la observancia cisterciense, bajo la línea de Morimond.
Pronto el nuevo monasterio recibe donaciones de sus protectores, Diego Jiménez, que le entrega la iglesia de San Bartolomé de Sierra Alba, en Tudelilla. Alfonso VIII dona tres sernas en Ocón. El cambio de la observancia y la estabilidad política que sucede tras el fin de la tensión fronteriza entre Castilla y Navarra, favorecerán la independencia del monasterio respecto a sus fundadores, hasta el punto de que en 1203 Rodrigo Díaz, hijo de Diego Jiménez, done el monasterio a la orden del Cister, y lo coloque bajo la protección real.
Alfonso VIII concede a la comunidad de San Prudencio, la liberación de todo tributo y la libertad de pastos en todo sus reinos del ganado del monasterio. Pronto será el Papa Inocencio III el que confirme todas las posesiones, conceda importantes exenciones. (Bibliografía)
desde 1461, el monasterio pasa a depender del Papa mediante la encomienda, lo que supuso un grave quebranto para la abadía hasta el siglo XV cuando en 1516 se incorpora a la reforma de la Congregación Cisterciense de Castilla, liberándose de los abades comendatarios, y recomponiendo poco a poco el vigor del monasterio
Una vez recuperada su dinamismo, se propone acometer obras de remodelación en los siglos XVI y XVII, en los que se encontraba en pleno esplendor, en 1594 se construye un coro alto y hacia 1617 un nuevo refectorio y la reforma de las celdas. Se contrata la construcción de un nuevo retablo y en 1620 se encarga al famoso organista Gaudioso de Lupe para la construcción de un nuevo órgano para la iglesia
A partir del siglo XVII comienza una etapa de confrontaciones del monasterio con otras instituciones del entorno, especialmente las eclesiásticas como el obispado de Calahorra. Aún así el patrimonio del monasterio permitía mantener a sus 33 monjes en el año 1753.
La llegada del siglo XIX es el comienzo del abandono del monasterio, en primer lugar la desamortización de José Bonaparte en 1810, que aunque fueron recuperados en 1823, dejaron profundas huellas en el monasterio, hasta que la exclaustración de 1835 acaba con la existencia del cenobio que es vendido y subastado comenzando la ruina y el expolio, dejando los restos que hoy se pueden contemplar
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