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Zona de Conversos
Se denominaban conversos a los legos que ingresaban en la comunidad para ayudar a los monjes, supliéndolos en aquellas tareas que eran incompatibles con las observancias monásticas. No existía un criterio claro para su admisión, aunque se buscaban entre los grupos sociales mas desfavorecidos. Tras un año de formación, ingresaban en la comunidad con el compromiso de cumplir con los votos de pobreza, obediencia y castidad. Vivían separados de los monjes y compartían rezo en horas determinadas y debían asistir a misa los domingos y festivos. Muchos de ellos no vivían en el monasterio sino en las granjas, atendiendo al trabajo manual. No sabían leer y aprendían algunas oraciones de memoria. El cillerero, en representación del abad presidía el capítulo semanal de los conversos y les distribuía el trabajo en su locutorio. No podían acceder a la administración del monasterio, ni llegar a ser monjes. Vestían una túnica de color marrón, con esclavina encapuchada y escapulario, durante el oficio se cubrían con una capa.
La legislación sobre los conversos fue redactada por Esteban Harding y promulgada por el, entre 1125 y 1132, aunque luego tuvo diferentes versiones, hasta llegar a la Consuetudines de 1175, en las que ya se incluyó el Usus Conversorum.
Desde comienzos del siglo XIII la comunidad de legos, antes abundante disminuyó, debido al aumento del nivel económico del campesinado, el creciente atractivo de otras órdenes religiosas y a partir del siglo XIV la crisis demográfica. Como consecuencia, los abades se vieron obligados a contratar asalariados, y arrendar tierras y granjas.
Esta forma de organización tendrá su reflejo en la arquitectura de los monasterios, siendo necesario construir estancias reservadas para ellos, en las que poder desarrollar su trabajo, siendo de características similares a las de los monjes, construyéndose de manera simultánea, la sala de los monjes, la cilla y las salas de conversos. Se construía en la vecindad del claustro, en la zona occidental junto con la cilla y consistía en un corredor de conversos, que corría paralelo al claustro y tenía una entrada a la iglesia por la parte posterior. El domus conversorum estaba constituido por un edificio con dos pisos, el inferior como comedor y el superior como dormitorio. En algunos monasterios el domus conversorum se construyó junto con la cilla en una zona aislada del monasterio, sin contacto con el claustro, siendo esto algo independiente de la filiación del monasterio, o de su ajuste al modelo de su casa madre (Rueda, Sacramenia, Valbuena)
Con la reducción o incluso desaparición de los conversos también desaparecen sus estancias o son reconvertidas para otros usos
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