Situación
Belmonte
Asturias
Filiación
Claraval / Carracedo / Lapedo
Horario de Visitas
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Propietario
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Estado de Conservación
Desaparecido
Obras
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Comunidad religiosa
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Culto
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Restricciones Visitas
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Pagina Web
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Otros servicios
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Alrededores
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Monasterio de Santa María de Lapedo - Belmonte
A orillas del río Pigüeña en un valle rodeado de fértiles praderas y tierras de cultivo se erigió este monasterio que hunde sus raíces en las primeras décadas del siglo XI.
La historia comienza con una donación de María Pelaez, hija de los condes Pelagius Froilaz y Aldonza Ordoñez, hace a la iglesia de Oviedo el año 1096. Aunque ya existía un cenobio previamente fundado por los propios condes, con carácter privado.
A la muerte de los condes, la propiedad se divide entre sus herederos, y habrá de esperar un siglo para que un descendiente, el conde Pedro Alfonso, biznieto de los fundadores, acometiera la tarea de unificar la propiedad, mediante compras o en ocasiones con la cesión de su hermano Gonzalo Alonso. Una vez conseguida la unificación, en el año de 1141, hace entrega del monasterio a un grupo de monjes, reunidos bajo la autoridad del abad Adefonsus y bajo la regla de San Benito..
Desde ese momento el monasterio comienza a crecer en riquezas y propiedades, algunas donadas por el mismo D. Alfonso y su esposa María Froilaz, que en los años 1147 y 1170, entregan al monasterio diversas propiedades en Asturias y León, la villa de Vigaña de Salcedo, la Vega de Rielo, otra vega en Babia, Torrestío, Quintanilla, San Martín de Cea y Camino (León). En una de las donaciones, el conde hace expreso su deseo de ser enterrado en el monasterio.
Recibe también favores de los monarcas Alfonso VII y Fernando II, recibiendo por parte de Alfonso VII, la villa de San Juliano, en 1142 y en 1151 el privilegio de inmunidad, por el que se determina su privilegio de jurisdicción territorial, civil y criminal, se determina su coto, y se le confirman la posesión de todas sus heredades. Poco tiempo después los condes hacen donación del monasterio a favor del Emperador, por lo que pasa a ser de patronato regio.
Es en este mismo año de 1151, cuando tal vez por la potestad real, o por la influencia de la infanta Sancha hermana de Alfonso VII, que había impulsado la revitalización del monasterio de Carracedo, cuando el monasterio asturiano pasa a ser una filiación de Carracedo. Cuando este último se incorpora a la orden Cisterciense en 1203, todos los demás afiliados lo harán de igual manera.
El monasterio continua acrecentando su patrimonio, gracias a la protección de Fernando II , del que recibirá diez donaciones entre 1158 y 1173, siendo la mayoría de estas donaciones recibidas bajo el abadiato de D. García Menendi, que consigue terminar las obras del templo que será consagrado por el obispo de Oviedo en 1187.
Bajo el régimen cisterciense, siguen creciendo las propiedades del monasterio bien con cesiones y donaciones o bien con la compra y la permuta, lo que hace que se constituya un coto de un 15 Km cuadrados, en el que se asentaba una población que en el siglo XVI alcanzaba mas de cien vecinos, distribuidos en los lugares de Belmonte, Dolía, Coladiello, Faedo de Meruja, Cezana, Quiorias, Elozar de Fresneda, Faidiello, San Cosme, Las Estacas y Carricedo. (Bibliografía). El dominio territorial era mas amplio que el espacio limitado por el coto, extendiéndose por los concejos de MIranda, Somiedo, Teverga, Grado, Avilés, Castrillon, Tineo, Salas, Villaviviosa, Yermes y Tameza, donde poseia diversas posesiones, como iglesias, celleros, monasterios, montes heredades, casas, molinos, tierras, ganado, etc.
Durante el siglo XV comienzan los problemas del monasterio debido a la violencia e inseguridad reinante en el principado, lo que le obliga a conseguirse onerosos protectores, además de comenzar el declive en la vida regular monacal. En 1465 el monasterio cae bajo el régimen de encomienda, en poder de una familia que permanecerá durante un siglo, siendo Gonzalo de Belmonte el ultimo abad, que por su resistencia a dejar el cargo, causara grandes dificultades para que el monasterio pueda incorporarse a la Congregación Cisterciense de Castilla, lo que obligo a indemnizar al citado D. Gonzalo, e impidiendo la unión a la Congregación, hasta el año 1559 bajo el pontificado de Pío IV
En el siglo XVI comienzan los problemas con municipios como el de Avilés, por negarse a pagar impuestos, como el de la cuchar que se pagaba sobre el grano. El monasterio ve como su jurisdicción es vendida por Felipe II, autorizado por el Papa Gregorio XIII, a un genovés Vicente de Cattanio, que a su vez la transfiere a Fernando de Frías, regidor de Medina del Campo, lo que obliga al abad Escudero (1581-1584) a recuperar la propiedad mediante el pago de 82.000 maravedís, abonados el 21 de mayo de 1583.
La incorporación a la observancia castellana, permite al monasterio acometer grandes obras que terminan con las construcciones medievales, de tal manera que a finales del siglo XVI, los nuevos edificios monásticos estaban terminados, conociendo por noticias indirectas la monumentalidad de lo que hoy ha desaparecido.
Durante los siglos XVII y XVIII, el monasterio sufre un declive institucional que acabará relegándolo a colegio de artes o filosofía, para monjes jóvenes de la congregación. En plena guerra de la independencia las tropas españolas se alojan en las dependencias monásticas y en 1810 el edificio sufre un incendio, que aunque fue reconstruido dejo al monasterio en situación vulnerable ante las medidas del trienio liberal y la posterior desamortización, que hará desaparecer la comunidad y los bienes sometido a la expropiación.
En 1859 la fábrica del edificio es concedida por el gobierno de la nación a la villa de Belmonte para ser utilizada en nuevas dependencias municipales, dejando solo los indicios de la cerca del cierre de la abadía y restos de la primitiva iglesia conventual
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