El Cister Ibérico

Un recorrido por los monasterios cistercienses de la península ibérica

Inicio / El Cister en Asturias / Monasterio de Gúa o de las Huelgas de Avilés

Situación

Gua, Somiedo, Asturias

Filiación

-

Horario de Visitas

 

Propietario

 

Estado de Conservación

Se conserva la iglesia monacal muy modificada, es la iglesia parroquial de Gua

Obras

No

Comunidad religiosa

No

Culto

Si

Restricciones Visitas

-

Pagina Web

No

Otros servicios

No

Alrededores

Parque nacional de Somiedo

 

Monasterio de Santa María de Gúa

El único monasterio femenino del Cister en Asturias. A lo largo de su historia recibió diferentes denominaciones, como San Bernardo de Gúa, Las Huelgas de Avilés, Bernardas de la Asunción de Avilés...., es tras su traslado a Avilés cunado asume la denominación de Las Huelgas.

El primitivo monasterio se localiza en la parroquia de Gúa, en el concejo de Somiedo, una de las zonas mas inaccesibles del principado de Asturias, siendo además de clima riguroso, lo que cumple en exceso las condiciones que los monjes blancos exigían para sus fundaciones. La documentación del monasterio desaparece casi por completo tras dos incendios, uno anterior a 1270 y el segundo antes de 1306, lo que obligaría a las monjas a recurrir a los reyes sucesivos la confirmación de los privilegios otorgados por sus antepasados.

Atendiendo a documentación moderna, en su mayoría copiados por Jovellanos y su secretario datados en 1793, la fundación del monasterio se atribuye en algunos documentos a Alfonso VII, es dudoso que pudiera conformarse un monasterio femenino durante su reinado y sería en ese caso el primer monasterio cisterciense femenino de la península. Mas creíble es que fuera en su origen un monasterio familiar ligado a la figura de los Froilaz y Pelaiz, situado en Santibañez, y que tras el traslado de las monjas a Gúa, fuera Fernando II de León el que les concediera el coto. La concesión del coto, se conoce a través de la confirmación de Alfonso XI (1270), del privilegio original de Fernando II y que posteriormente sería confirmado por Sancho IV (1286), su hijo Fernando IV (1306) , y por ultimo Alfonso XI (1316, 1326 y 1337), también se recogen en estos documento privilegios y exenciones

Además de los favores reales, algunas familias nobles, se erigen en protectores del monasterio, como la de Pérez de Quiñones, eligiendo algunos miembros de ella, ser enterrados en el monasterio, así ocurre a su vez con los Miranda y los Florez.

Todo esto hace que el monasterio consiga un patrimonio importante, que sería acrecentado por las compras de las propias monjas que realizan de propiedades cercanas al cenobio, como la heredad de Villaseca, adquirida por Elvira González monja del monasterio, o la de Elvira Menéndez en la Vega de los Viejos, lo que hace que las propiedades se extiendan fuera del coto original.

La vida del monasterio prosigue, incorporándose a la Congregación Cisterciense de Castilla, y sin que se sepa razón, la comunidad decide trasladarse a la villa de Avilés, lo que se realiza en 1552, siendo abad reformador fray Marcos del Barrio, que es el que negociaría con los regidores de Avilés las condiciones del traslado, incluyendo el mantenimiento de los privilegios existentes, ademas de la exención de impuestos, recibían facilidades para la toma de agua. Es la abadesa Dª Inés de Mendoza, la que es nombrada al frente de la comunidad, en sustitución de Dª Isabel de Villalobos que figuraba en el momento del traslado. El traslado supone el abandono de los edificios de Gúa con la consiguiente ruina y desaparición, solo persistiendo la iglesia monástica convertida en parroquia, que tras ser sometida a diversas reformas en la zona de la nave en el siglo XVII, solo conserva el presbiterio y el ábside semicircular, cubiertos por bóveda de cañón y de horno respectivamente.

Tras el traslado los compromisos adquiridos por la villa no se cumplen dificultando la vida cotidiana de la comunidad, que escribe una carta de queja al regidor de la villa el 8 de marzo de 1554, en la que se recogen todas las dificultades que sufre el monasterio, tanto para realizar las compras de abastecimiento como para acceder al agua como se había comprometido la villa. Parece que las quejas de las monjas no fueron atendidas y en 1612, el confesor del monasterio Fr. Justo Sánchez el que advierte una penuria económica, próxima a la miseria.

La recuperación de las propiedades del coto de Santibañez realizada a través de Fr. Gabriel de Espinosa, vicario y apoderado del monasterio, permite recuperar unas rentas que contribuyen a paliar la situación de pobreza del monasterio.

Las Huelgas de Avilés se convierte en el monasterio donde profesan las hijas de la nobleza asturiana y en el siglo XVI siendo abadesa Dª Inés de Mendoza la comunidad estaba compuesta por mas de diez religiosas y alcanzaba el número de 31 a mediados del siglo XVIII.

La invasión napoleónica, obliga el 21 de mayo de 1809 a abandonar el monasterio, quedando sometidas a la incertidumbre que supone la pérdida de su patrimonio con la desamortización y la expropiación del monasterio y el día 13 de noviembre de 1868, las religiosas abandonan el cenobio, refugiándose en el monasterio de San Pelayo de Oviedo. Al día siguiente el pleno municipal de Avilés, adquiere la propiedad del convento por 6000 escudos, decidiéndose el inmediato derribo del conjunto monumental, desapareciendo cualquier vestigio de lo que fuera el Real Monasterio de las Huelgas de Avilés.

La comunidad se mantendrá en Oviedo hasta 1880, cuando se traslada de nuevo al monasterio de Gradefes, donde terminarán su peregrinaje las monjas de Gúa.

Plano de la iglesia del monasterio de GúaPlano de la iglesia del monasterio de Gua obtenido de Bibliografía